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La chirimoya (“Annona Cherimola Miller”) es una planta originaria de los valles interandinos del Perú. Su árbol llega a medir 10 metros de altura y sus frutos que pueden alcanzar hasta 25 cm de diámetro. La chirimoya puede ser sembrada, cultivada y cosechada en la costa, sierra y selva de nuestro país. Los conquistadores españoles la llamaban "manjar blanco", precisamente, por su sabor dulce. Es común verla ofrecida en las carreteras, como alimento durante los viajes, sobre todo en los valles medios.
Árbol de chirimoya
El reconocido arqueólogo Duccio Bonavia y colegas plantean que la chirimoya es nativa de Ecuador y Perú. Ellos afirman, además, que la chirimoya crecía y era consumida tanto en la costa norte como en la costa central, desde épocas previas a la introducción de la cerámica hasta la época Inca. Se han reportado vasijas cerámicas de la cultura Valdivia, fechadas entre 3,600 y 1,500 a.C., donde se representan chirimoyas. Esto es congruente con los planteamientos de Margaret Towle, quien sostuvo que la domesticación de chirimoya se inició desde el principio de nuestra era y en el Perú (1961: 143). Es consenso, entonces, que este importante fruto procede del área comprendida por el norte de nuestro país y el sur del Ecuador.
Contiene 20% de carbohidratos, principalmente glucosa y fructosa. Esto la convierte en una buena fuente de energía. Es un alimento con baja densidad energética. Por lo tanto, personas con diabetes tipo 2 o síndrome metabólico pueden incluir regularmente en su dieta raciones de media chirimoya.
Las vitaminas y minerales están muy concentradas en su pulpa. Contiene abundantes vitaminas del grupo B y de vitamina C, así como buenas cantidades de potasio, calcio y hierro. Aunque en muy baja proporción, también zinc, yodo, cobre y manganeso.
Su efecto energético es favorecido por el contenido de vitaminas de grupo B, que transforman los nutrientes en energía celular. Una chirimoya aporta alrededor del 20% de la vitamina B6 que se necesita al día, y un 15% de la B1 y la B2.
Todo esto hace que, en general, el consumo de chirimoya regule la tensión arterial, fortalezca los huesos y músculos, combata la anemia y favorezca la digestión.
Bonavia (1982) encontró chirimoya en el sitio de Los Gavilanes, en el valle de Huarmey, aproximadamente hacia el 2,400-1,000 a.C. Lanfranco y Eggers (2010: 79) han reportado la presencia de chirimoya en diversos sitios del complejo de Puémape, al sur del valle de Jequetepeque, al menos entre 3,008 y 339 a.C.
También se han documentado posibles restos de chirimoya en el sitio de Galindo, en la parte media del valle de Moche, durante la ocupación mochica (600-800 d.C.). Es importante señalar que constituyó el 68% de las frutas consumidas en este sitio, siendo la fruta más popular del asentamiento.
Durante la ocupación Chimú, el consumo de esta fruta continuó. Se ha demostrado que se consumió con cierta frecuencia en el sitio de Pacatnamú, en la desembocadura del valle de Jequetepeque, alrededor de 1,300-1,400 d.C.
Además, existen abundantes representaciones escultóricas en cerámica alusivas a este importante fruto andino a lo largo de toda la época prehispánica.
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1. Serie Alimentos Andinos: El Pacae